Ella, con su mirada, dibujó un adiós. El alma de él murió con la presencia de ella ¿Cómo andaría solo si no podía mantenerse siquiera en pie?
Buscó y buscó, y no pudo encontrar nunca nada que le llenara, tan sólo el recuerdo, ese recuerdo marchitándose dentro de él; marchitándose despacio, rubor delicado que se escapaba de entre sus manos.
Y un día lejano, lejano pero eterno, infinito, de lejos la vio, y sintiéndose estúpido y loco corrió tras ella, viéndolo decidió parar su marcha y con una sonrisa dolida negó, su mirada dibujó un nunca más y un lo siento.
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