Será que no me gustan los finales felices

Bienvenidos a mi blog, reflejo translúcido de mi estrambótica personalidad :)
(perdón por el fallo, agradecimientos a Candel por avisarme)

Vaciando a suspiros mi ser...

miércoles, 18 de abril de 2012

Un instante cualquiera.


Un instante, un instante infinito, en el que una abeja cruzaba volando la calle Mayor; en el que un gato cualquiera se sentaba a los pies de su nuevo amo; el instante en el que la luz se colaba por la ventana de Nora, y así la despertaba con cariño, acariciándola; en el que, por su mente, aparecía el primer pensamiento del día: esa búsqueda. Ese mismo instante en el que, muy lejos de allí, Hinata y Kurono se entregaban el uno al otro, en una fusión perfecta; en el que tantos no, tantísimos abrazos se daban, todos ellos calurosos, algunos falsos, otros sinceros, todos ellos reconfortantes, algunos vivos, otros muertos. Y al igual que miles no, millones de besos eran compartidos, confundiéndose así los que besan y los besados, como una pecera rota en cien mil pedazos, y en la que los fragmentos de cristal se confunden con las propias gotas de agua. Este instante eterno, en el que el que todo pasó y no pasó nada.
Es una pena que ese instante pasara y diera lugar a otro momento, otro momento infinito, otro momento eterno.