Hoy, día 14 de febrero, es celebrado el día de los enamorados; yo, en particular, prefiero dedicárselo al amor, desde al más romántico hasta el que nos une al resto de individuos de nuestro mundo, independientemente de su sexo o condición.
Hoy día nos encontramos rodeados de textos que hablan del amor, recogiendo desde el sentido más dulce al más carnal y pasando por numerosísimos escritos que lo tratan de manera catastrofista (me incluyo en los aludidos). Pero, realmente ¿tanto hemos acabado con él? La verdad es que admito, que aunque conduce nuestras vidas mucho menos de lo que me gustaría, sí es cierto que es una clave irrevocable a la hora de mover nuestros actos. Observando todo lo que pasa a mi alrededor, puedo llegar a ver momentos únicos repetidos de una manera casi paradójica, puedo llegar a ver cómo la gente manifiesta ese cariño, ese "amor", y debo decir, que cada vez que tengo el privilegio de observar su poder, mi alma se siente menos vacía, y eso aún sin tener nada que ver conmigo (este es el motivo por el que odio y adoro a la vez las películas de este género)
Cada día, a cada instante en alguna parte del mundo, siempre habrá alguien dándose la mano, abrazándose, besándose cariñosamente en la mejilla, o simplemente compartiendo algo tan mágico como una mirada de complicidad, de compresión o de timidez. Y es que, por un día en trescientos sesenta y cinco nos fijamos en todo lo bueno del mundo en vez de criticar lo malo y, ¿qué queréis que os diga? Eso es maravilloso.
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