Lluvia etérea, polvo y silencio;
dicha desgarrada cual alas sin pájaro.
Allí, más allá del cálido halo de cristal que me envuelve; allí, donde es tan hiriente el agravio al todo; búsqueda inconclusa que no alcanza a rozarme.
Envidio el áspero rubor del más terrible de los sufrimientos, angustia que haga de mí humano.
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